jueves, 30 de diciembre de 2010

Paisajes de una paracaidista, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


No temas a la felicidad de los ratos,
si como el perro solitario
que busca la suerte en las calles
un día encuentra calor en las aceras
la felicidad en el escondite espera
porque los paisajes de vida
son y debes de asumirlos cambiantes,

no temas a la felicidad de los ratos
porque la vida es fascinante y triste
y como la paracaidista en el vacío
con un leve movimiento
o un reflejo en desespero
acierta la cinta donde caer sin lesión
y proteger sus rodillas.

La vida tiene sus cajas de regalos
y sus cuerdas de tentación,
y como el adicto irremediable
que se abstiene de buscar
un día despierta sin deseos
porque bajo la almohada sus sueños
se han consumido por cansancio lento,

no temas a la felicidad de los ratos
con dios y sin dios siempre hay adioses
porque la vida con sus tiempos
te dirige al historial de tus actos
y como un payaso que ríe
al rato estás llorando
pero eres el mismo melancólico y burlón
porque la felicidad se ha marchado
tornando a placer tus ojos secos o mojados,

no temas a la felicidad de los ratos
y saca tu pañuelo manchado de espantos
donde caen tus lágrimas y tus labios
porque inevitablemente ser bueno y malo
dependerá siempre en cómo están tus manos,

no temas a la felicidad de los ratos
y sé libre de odios y presagios
y sé esclavo de tus coherencias
porque de nada valen sangres ni esfuerzos,
cuando tus bolsillos estén vacíos
o tus carnes y tus sueños sean comercio de otros
sólo te quedará exilio y llanto
y quién sabe tal vez guardes la cinta
que en tu mínimo recuerdo te auxilie
cómo eran tus pasos tan cerca o lejanos,

no temas a la felicidad de los ratos
y mantén tus huesos a salvo
teme a la jauría de los galardonados
porque es posible casi seguro
que sus victorias sean a tu cargo
y tú en tu pasmo no veas
que la felicidad más sencilla está a tu lado,

no le temas a la felicidad de los ratos
y mira cómo la luna de la noche
te dice que el mundo es redondo
y a veces en su proyecto casi plano
y no tengas el miedo a morirte
las veces que necesites
porque es el modo de vivir contigo
a cada nado de un naufragio,

no le tengas miedo a la felicidad de los ratos
y piensa en primaveras
y no olvides el buen invierno
que es el dormitar de las higueras,
como una piedra que observa
que nada es casual ni pasajero
mira sonriendo cómo en el volar de las aves
encuentras el sentido ético de tus cambios,

no le temas a la felicidad de los ratos,
y no tengas hambre de personas
que pienses te ayudarán a pasarlos
porque tal vez aderezado
te sirvan en su plato
y ya no seas sino futuro digerido
donde ni tú te reconozcas sano,
cómprate –es gratis- tu espacio,

no temas a la felicidad de los ratos,
no temas a la buena o mala vida
no sueltes tu cinta,
vive contigo tus años.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Duraznos en la niebla, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


¿Y si Jesús, en vez de en un establo,
hubiese nacido de madrugada
en un puesto de duraznos en la niebla?

Feliz Navidad, Buenas Pascuas,

les desean Marta Antonia Sampedro y Rafael Cruz

domingo, 19 de diciembre de 2010

Mucio y las nubes, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Hay días en que olvido

mi propio ánimo sin verso

y en la sombra del invierno

pensando en Mucio regresan

las nubes que jamás preguntan

cuánto pesan los días por dentro,

dejo entre los dedos yertos

la convicción de las leyendas antiguas

donde uno es siempre uno

al margen de los vientos

y los nombramientos,

así voy de leyenda a historia

sin que me alteren los olvidos

o las nostalgias a los ruines

y sus coletillas adversas

con sus boletos de chinches,

porque pienso en Mucio

cada vez que quiero versos,

miro los retratos presentes,

de los que son incapaces

pues jamás lo fueron

de prestar su alma y menos aun venderla

a quien esclavo o libre pretendan,

y viene con ellos Mucio

dejando su brazo sobre la hoguera

por una lealtad a sí mismos

y un amor extraño pero amor

que por serlo ve sus rostros

en las paredes con sospecha roja,

y en la sombra del invierno,

sin más preámbulos que un sueño,

encuentro a Mucio el zurdo

podando sus nubes con fuego.

sábado, 11 de diciembre de 2010

El día de todas las horas, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Otra vez la Navidad dicen los grandes almacenes

es un poco aburrido

pero digamos que va pasando en vuelo el año

y cierto es que en sus picos llevaban las horas

las aves de cada día

y en sus frentes de luces

el sudor obrero los tranvías

mientras otros muchos pensamos

para el arte de dar trabajo al sentido común

tan fuera de pasarela,

ya nada empaña mi paz

nazca quien nazca eso Jesús lo comprendería

-en realidad los dioses tienen menos soberbia

que los mortales que rezan

que Dios los mantenga-,

me preocupa la crisis pues poeta obrera soy

pero observo que los ricos no se inmutan

de modo que alguna vez caerán en la cuenta razonable

de que son ricos porque otros muchos somos pobres,

no nos dejarán convertidos en mendigos

porque una cosa es ser pobre no productivo

y otra estar harto y rebelde,

el peligro que para ellos conlleva

que no haya explotación obrera,

creo recordar que Jesús nació en un establo,

de momento algunos pobres nacen en hospitales

pero otros muchos en las calles,

unos son hijos de obreros, otros hijos de las compraventas,

hijos e hijas de generaciones que tendrán memoria,

en sus escaparates de consumo y colores

este mundo torna las legumbres en lentejuelas

mientras la crisis aprieta

y nos obligan a celebrar

que alguien –o unos pocos, cuya señal es Dinero-

se llevó los caudales ajenos trabajados

o que todos pueden cambiar

cuando olvidamos que nos llenaban de basura

el buzón y las ilusiones

donde nuestro nombre a tinta escribimos

y sabemos que sólo sus estrategias son nuevas,

los reyes magos de este año

seguramente no nos dejen regalos inservibles

a monárquicos y republicanos,

pero de todos modos la conciencia obrera

nos mantenga la dignidad para seguir adelante

y una sonrisa nos acompañe siempre

para alimentarla de esperanza y pensamiento

el día de todas las horas.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

El tiempo borra la tinta, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

El tiempo borra la tinta
la expande como nubes de otoño
en el papel herido,
cálidamente,
entre sueños
adioses y delirios,
dónde se irán las sílabas
y las tildes manchadas
de pensamientos,
entre azules y blancos
anda la vida del poeta,
sentado en el ensueño
recuerda el tiempo que yace
en el papel del ayer,
el tiempo borra la tinta
de los que escriben sintiendo
y los encamina a recordar
que todo lo vivido no fue más
que una verdad escrita,
aquella que los refuerza
a golpe de consonante
donde el sentimiento
los alimenta de esfuerzo,
nada puede hundir
a quien sabe cómo la tinta se borra
quedando el tiempo vigente,
la fortaleza que permita
continuar más allá de la letra adversa,
y observa cómo en el membrillo
se posa el gorrión hambriento,
y echa el pan bajo la lluvia
o en la niebla azul del poema,
mientras el mundo gigante
se alimenta de perversión,
el poeta queda al margen
al abrigo de su tinta borrada
en las alas de salvarse a tiempo.

miércoles, 27 de octubre de 2010

Dormía la noche en tu día, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Dormía la noche en tu día
el anillo de mil recuerdos
y los versos comenzados
un nueve de nuestros mayos
en torpezas de juventud,

quién te hizo el daño
donde tu voz quedara
apaciguando…

la muerte,

anestesiando…

tu dolor
que te robara un suspiro
en desesperanza,

apenas la noche descansa
adonde te has ido para el resto
del otoño eterno sin hojas
en los agotados por última vez,

malditos sean los que viven
para morir a los que aman,

el cielo se rompe
con la luz de la luna,
tu cuerpo se ha roto estrellado
con la tristeza insuperable
del terror al desamor,

aquel cuerpo que amé
aquella risa que amé
todo cuanto de ti amé
y a veces sueño
y se ha perdido hoy,

malditos sean los que viven
para apagar la sangre
de los amantes que tuvieron futuro
entre sus tiernas manos,

ya no existe el mañana
que este hoy mató a llanto,

sólo queda un anillo guardado
un recuerdo de nuestros quince años,

malditos sean los que buscan vida
devorando sentimientos,
malditos monstruos
que sobreviven
a cambio de las muertes
de quienes los creen.
(2010)

jueves, 30 de septiembre de 2010

Los murciélagos que no lloran, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Cualquiera observa que está ebrio de olvido,
escapado y en sosiego de ceguera
en el fin de sus peldaños,

está sentado con sus ojos de pus,
-a veces las lágrimas convierten
el dolor en pomada-,
y su pecho ya no se mueve
ni con oxígeno prestado del 061.

¿Dónde están sus hijos?
Culpándolo.

Sus brazos caen de la silla,
su boca muerde la silla,
¿dónde están los de su rh?
Volando con los murciélagos
que no lloran.

Ojalá alguien sepa que está muriendo
y ojalá y la noche no esté extraña
y reconozca el día su debilidad
en el suelo sin raíz que lo ampara.

¿Dónde están sus hijos?
Construyendo el cielo duro
donde no podrán volar
por el peso agrio del recuerdo.

Los mosquitos lamen su vaso,
el aire reseca sus labios que no hablan
y como otra noche pensará
que la muerte ronda su ventana
y la mañana será más fuerte
que la oscuridad de los murciélagos.

¿Dónde están sus hijos?
Entre motivos para seguir el baile
de alas cortas
donde el amor es un clavo ajeno.

La mañana sentencia
que está muerto
-naturalmente muerto-
de muerte natural a olvido.

¿Dónde está su amor?
Con su obscenidad perversa
rezando como lobo hambriento
que una presa lo crea bueno.

Los aviones pasan la noche simulando estrellas,
y mientras el sacerdote habla con Dios
con adioses los murciélagos que no lloran
se preocupan del hombre que no tuvo pasado
-y qué les dejara en herencia-
a pesar de tener sus genes,

y siguen con la vida en vuelo oscuro
sin lágrimas que derramar.

jueves, 5 de agosto de 2010

Otro cuento, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Creemos otro cuento, hija.

Un cuento, donde la princesa
sujete su corona con horquillas,
no tenga el don de la belleza
porque sea más fea
que cualquier fea vasalla.
Con tules de seda barra
las escaleras de palacio,
y las criadas libres tengan
los días,
porque van a la escuela.

Otro cuento,
donde los cocodrilos
no tengan interés
en devorar campesinos
y a raya tengan
a los cazadores de avaricias.

Uno, donde la madre,
doble el cuello
al ogro devorador de ilusiones,
y el padre dotes borde
para enseñarlas a los vecinos,
maravillados
de sus dedos de hilo.

Un nuevo cuento, hija.

Donde las estrellas guíen,
náufragos que de reinos crueles
y del hambre huyen.
Los convertiremos
en morenos luceros
que en los toboganes rían
con los calamares,
y escribir al fin sepan,
sin más carga
que su tinta azulada.

Que Jonás baile con la ballena,
las músicas más bellas
que las caracolas
al nacer ya saben,
indicadas por las olas.

Cenicienta prefiera sus alpargatas,
a un zapato que todas han calzado.
Su asno Platero elija por padrino,
en vez de carrozas doradas
que no entienden de deseos.

Blancanieves despierte por sí sola
del coma de la estupidez,
dejando a todos boquiabiertos
en inglés, francés,
español, griego,
por la universidad de la libertad.

Que Dumbo nazca en su casa,
la selva,
y para los hombres
sus colmillos sean relámpagos,
que al tocarlos estallen duplicados,
contra ellos.

Otro cuento.

Y nos dormiremos pensando,
otra noche más,
que al abrir las páginas
de los sueños,
otros cuentos velan
aquello que creemos
tan cierto.

domingo, 18 de julio de 2010

Higuera de casa nueva, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Ayer lloraba la higuera
herida por dos sierras,

treinta pájaros bebían sus lágrimas
y de testigos las salamandras
espantadas de temor
corrían por las paredes blancas,

Dejadme vivir, rogaba,
sesenta años pasaron
por mis raíces maternas,
vi dolor vi risa vi llanto vi amor,
no me apartes de tu vida
quiero ver tu dolor tu risa tu llanto tu amor,

la primera raíz tan lejos llega al río
y a esta tierra agua y nubes me acunaron
cuando tú ni habías nacido,
dónde quedarán mis moribundas penas
fluyendo en sangre de pozo oscuro y cemento
quiero ver tu dolor tu risa tu llanto tu amor,
dónde queda la palabra árbol...,

seré tu vigía
tu sombra
seré tu persona...,
seré a quien sueñes
cuando también tengas penas,

el aire olía a savia
y una nube se paró en el tejado
cuando los llantos de la higuera
se escuchaban por los patios,

Dejadme vivir,
dejadme vivir tranquila
con mis pájaros,

cesaron las sierras
porque lloró el corazón,
y entre sus hojas muertas
crujían sus troncos bajo el sol
mientras los pájaros bebían lágrimas.

lunes, 12 de julio de 2010

La estrella de Goliat, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro

Reunidos un par de rebaños
sobre pastos mullidos
me dicen no fumes
obedece la ley de humanos
en vez de no cantes salmos
no controlados,

tienen blancos los trajes
y negras las corbatas
me dicen descansa más
en vez de no vivas tanto,

lucen palabra de dios
y sílabas amarradas
me dicen no te agotes
en vez de no escribas versos
no importunes a los todopoderosos
verás, te hundiremos a saco,
te advertimos orando,

todos se aman demasiado
y se miran de reojo
por si acaso caín anda disfrazado
refuerzan su onda de acero,
me dicen baila tus huesos
en vez de no defiendas a los ateos,

celebran la vida eterna
anticipadamente anunciada
me dicen vive tranquila
en vez de estás condenada,

señalan de mi frente de poeta
la estrella rebelde de Goliat
me dicen solitaria amarga
en vez de feminista libertaria,

se pasan caldos calientes,
bodegas enteras frías
me dicen que beba es gratis
en vez de embriágate
como nosotros los elegidos,

y sigo mirando atenta
sus trajes blancos inmaculados
con un cigarrillo en la mano,

cantando rimas prohibidas
por dirigentes de mentiras,

descansando al vivir la hierba,
extasiada de escribir risa y lamento
apartada de sus desconciertos,

bailo sin ellos y pienso
qué tranquila y condenada me siento,
alabados sean los versos ateos,
solitaria por gracia y decidida,

aunque no ebria
del vino por sangre
en la comunión
de nadie tan perdido
que necesite culparme
de sus delitos tibios.

Mientras tanto,
Dios ya se ha ido
hace bastante rato.

sábado, 3 de julio de 2010

Queda lejano el cielo, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


Te has tomado días libres
para visitar el mar sin mí
y sin las posesiones de las sílabas
las metas que siempre avanzan
dejándonos caer en la desgana
comprobando nombres en los barcos,

que pasees la resurrección de tus deseos
sobre los picos de las olas
y mis ojos no veas escribiéndote no voy,

la arena se filtre en tus pasos y los tiempos
borrando que existo tras el mar que te cubre
en cada recuerdo de risas y dolor
y el faro de todos los puertos indique vuelos
de aves y desiertos que no queremos ver,

mires alguna posibilidad de no ser yo
esa lejana que escribe barbaridades,

y tus ojos agrandados por respuestas y palabras
del arco más próximo a tus manos
sirva de camino a la cercana flecha de amar.

Yo también me tomo mis días libres,
repaso las hojas de olvidos y encinas
escucho ecos que no hay quien calle
recorro caminos nuevos que visité
hace unos mil quinientos siglos
configurando la confesión de no estar ya,

observo el sol que cae como dios crucificado
mostrando la espalda a aquel mundo puritano
que otro año las aves recitan vuelos
y desde tierra las aviso queda lejano el cielo,

después me dices no he podido verte,
después te digo no puedo ir mañana lo sé,

y en los días extasiados de no encontrarnos
regresamos a las mismas sílabas
sabiéndolas esta isla de desiertos.

domingo, 27 de junio de 2010

Odio con odio pan de odio, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


El odio no entiende de pasados
configura el recuerdo en prisión
a la orilla del dolor siempre,

qué tendrá el odio que borra besos
y abrazos y extiende armas
y hace del amor un enemigo,

ayer paseaba el odio
por la calle,

caminaba con sus banderas sucias
solitario y dolorido
en búsqueda de un abrazo
poniendo sus espinas,

el odio pisaba tejas
y copas de árboles
y en sus ojos había cuchillos
que dejaba a medias
cuando la luz le ciega,

el odio es un espía
del que camina sin prisas
y ríe o pena o es mendigo
pero duerme en paz cada día,

nunca llora en compañía
porque el odio lo agranda
y se cree importante
en los calendarios de la gente
más ínfima,

no pude con el odio ayer
digamos que lo dejé tranquilo
con sus gestos y sus labios tensos,

y quise comprenderlo a lágrimas
pero el odio tiene léxicos
cuyos manuales no acepto,

y así el odio se fue yendo
a amarse con el odio,

y yo me vine a casa
y cerré ventanas y puertas
por si el odio visita el aire
y corrige mis poemas.

domingo, 20 de junio de 2010

Desechos y noticieros, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


Han robado el cristo
y el cetro del niño Jesús,
la alarma grita en la sociedad,

¡ladrones de iglesias!
¡ladrones de santos!
¡ladrones de poca monta,
si apenas tienen valor!

La virgen ha tenido
menos suerte:
en el forcejeo le han roto
un dedo para llevarse un aro.

¡Ladrones en la iglesia!
¡Asesinos de santos!
¡Ladrones violentos,
la virgen con cuatro dedos!

Dieguillo el mendigo
olfatea el basurero,
desde allá escucha las campanas
a revuelo y jaleo,

con su gorra de ortigas
y su tabaco sudado amarillento,

¡hasta aquí llegan los muertos!
Dieguillo palidece de miedo
antes de ver el desecho.

El cristo le dice apresurado,
Llévanos contigo al pueblo,
que nos andarán buscando
devotos, gendarmes, párrocos
la adoración nocturna al completo
y algún periodista ateo,

y Dieguillo se encoge de hombros,
Te pedí pan duro
te pedí agua y vino
te pedí consuelo en la mirada
y una vez ahora que pienso
fui a pedirte promesas y limosna,
ahora soy yo el cristo
y su corona.

Siguió Dieguillo
su camino de sigilo.

¡No vuelvas por mi casa,
mendigo harapiento
que esta te la recuerdo!

sábado, 12 de junio de 2010

Moriré hoy mismo, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


Una vez dijo la poeta moriré hoy mismo,
sentada, en pie, caminado, durmiendo,
moriré y todo morirá conmigo,
amores que ni adiós dijeron
y creyeron robarme cuanto no era mío,
árboles que me dieran abrigo
avisándome del peligro de relámpagos,
moriré como el pájaro tendido
que alguien encuentra de cartón
bajo las ruedas de los motores,
la vía del tren en cuchillo
o un avión lo engulle tibio,

moriré por las montañas como estiércol vertido
pluma devorada por halcones domésticos
moriré en la cola del banco y saldo antiguo
pisando la línea que ordena espere su turno,
el cajero automático me inyectará un tiro
programado digitalmente antimendigos,
moriré como indigente sin manta,
exfumadora desganada sin vicios
atribulada por sentirse exdrogadicta
correctamente perfumada según snobismo,
moriré añorando al amor más perdido
y al mar daré la espalda sentir lo mínimo,
gritándole al juez es usted un bandido
en sus ecuaciones de sentencias moriré,
y al cementerio iré a limpiar mi cubículo
para que los herederos milagreen calderilla
guisen patatas con laurel y vino
y mi cabeza de ojos les sirva de motivo.

Moriré hoy mismo, dijo la poeta,
cuando razone que nunca las tardes caen
que aquí no cae nadie sino el vivo,
que las tablas de multiplicar aumentaron
refranes y números al bandolerismo
moriré protestando al criminal disfrazado
al angelito informatizado y consumido,
moriré sabiendo que muero a gusto
que nadie me llamará siendo oído
a no ser que mentira sea al fin
el corto hilo entre muerto y nacido
-dios no lo consienta-,

moriré tan ciertamente viva que pensaré
tanto miedo en tantos frentes,
el ser humano es demasiado sencillo
tiene desatinos que vive ansiosamente
aun sabiéndolos asegurados y fijos.

Moriré, dijo la poeta, hoy mismo,
por las papeleras que cobijo dieran
a mil versos rayados formales rubricados
y cuando las vacíen escribiré
qué gran invento es el recuerdo
mas lo supera su amigo olvido,
moriré como mueren los soldados
inconscientes de ser heridos
y besan las banderas como a madrastras
que suplanten pechos sanguíneos tan contentos,
moriré diciendo a la tierra no me tragues
de sobras me sé el camino,
voy de huésped a dormir para siempre,
esta paz de morir cuando quiera
no la ofrece el verso libre, la rima
la prosa poética ni la leyenda,
sólo tú, madre nacida primera.

Puedo optar por dejarme ver consumida,
valentía al estilo más guerrero y ejemplar
dar mucha pena y aumentar la soledad,
imitar al rico que ruega amparo,
lanzarme por un puente resbaladizo,
degustar sustancias que antes pagaría
para estrenar una tarjeta de visita,
anunciar soy la espía de las letras,
la terrorista de vosotros mismos,
y ser fusilada en público no por comunista,
revolucionaria o artista comprometida,
sino por no enterarme de qué va este lío,
siempre hay pardillos que avanzan
los pasos de los sonámbulos,
moriré tragando piedras y achicorias,
enamorarme a última hora o segundo
de alguien que no desee que muera,
moriré tendida ante la pantalla
de una televisión que dice no eres joven,
no eres sana, ni ejecutiva ni dinámica,
moriré de placer marchito
conociendo mis límites divinos,

ahora que lo pienso fríamente
puedo morir de muchas muertes,
eso me da ánimos de libertad
sinceramente.


Y dijo la poeta así que moriré otro día,

y poco a poco siguió muriendo
en su agonía de vida,
ya más tranquilamente,
menuda diferencia.

domingo, 6 de junio de 2010

A verso y agua, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro




Un corazón me llamó
para delinquir.

Llevaba tiempo
planificando un crimen,
un grave error
para salvar su condena
de desamor y cuentas.
Aún andaba yo
limpia de expedientes
carcelarios,
y al decir te quiero
pasamos a la acción.

Usamos pasamontañas,
linternas con rayo de luna,
del Guadalén agua a presión,
y por bombas de manos
las estrellas del Rumblar
(qué protección nacer en él.
Con el tiempo lo he sabido,
que Baños de la Encina es
mi paraíso más preciso).

Fue una ilusión,
y tan cercano sueño
que jamás viví tanta vida,
ni de ésta diferenciaba
los latidos pensados de amor,
y del deseo la alquimia
que todo poeta inventa.

Mas su sombra deambulaba
ilegalmente sin su persona
(de toda cárcel tenía licencia
y falsa documentación).

Testigo fui de mi delito,
mientras él negociaba
ser libre provisionalmente,
a espaldas de mis sentidos.

La fianza era yo.

Me adjudicó su celda
limpia de promesas,
y sus rejas lamentaron
su destreza en delinquir
sin reservas.

Y tenía
mi compañera luna
enfrente,
vecina de puertas,
y atrás un sol gélido
devorando mis ideas.

Esa estrella nueva
que no anunciaba amor,
ni restaba segundos
a mi espera,
tras él se marchó,
dejándome a oscuras
con mi dolor,
a verso y agua.

Llevaba tiempo
planificando un crimen.
Atrapar poetas.

viernes, 28 de mayo de 2010

Muerte súbita bajo el paraguas, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Cortando mayo en la lluvia
camina sobre la acera
el ruido es más que agua pesada,

nadie sabe qué es el corazón sin tiempo
pero ella entiende cómo se mueve
igual que una balanza de almendras,

se moja los zapatos, la ropa, documentos,
esquiva personas como enemigos,

al fondo quisiera ver sus ojos
convertidos en pétalos de cerezo,
pero a los lejos está la fuente
con su pétreo minero al cielo,

el paraguas es un edificio endeble
que tan sólo le protege el pelo,

y llega a la puerta azul
invadida de números sin remedio
y al instante que no es tiempo
todo el pasado más estrecho
le aprieta el pecho y el sueño,

ella está inmóvil de presente
las luces giran
como sonido de polillas frías,

y alguien que le resulta ajeno
muere con el pulso
como un cromo de juego,

sabe que llegó el día, año, momento,
el pensamiento exacto de aquel futuro
en que sabía que sin sus besos
para nada sirve que llueva.

sábado, 22 de mayo de 2010

Del revés soy poeta, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Puede que piense al revés,
que cada paso al revés
me lleve a versos,
que al revés actúe
por los caminos derechos
socialmente indicados
a deber,
y que al revés responda
cada vez que del revés
pienso
cómo actuar bien.

Que me levante
con el pie izquierdo
tras las noches
de sueños del revés,
me mire
un mal de ojo
que observo ciego,
crezcan los enanos
que sembré al revés
y que el revés sea
quien yo me siento ser.

Al revés escribo
en papel adverso.
Del revés confío
en las sílabas
que leo del revés,
al revés naciera poeta
y al revés creciera
en un mundo
que al revés entiendo
mejor que del derecho
consiga entender.

Del revés amo
a quien no debiera,
adecuadamente
soy amada
y se tornan del revés
las esperanzas
que no comprendo
sino del revés.

Son del revés
mis proyectos
más aconsejables,
y cuanto del revés creo
en templos al revés,
rezo del revés
oraciones
por sortilegios.

La arena llega
a los barcos,
y nadan estrellas
al cielo mirando
un gentío
que intenta del revés
llenar vacíos
pensados al revés.

Es el trece primero de mes,
y martes día de descanso,
me embarco y del revés
naufrago
con una bandera de letras
que del revés cosida
en domingo elaboré.

Un revés y otro
recibe mis ilusiones,
y del revés de la tierra
me abrazan raíces
hacia nubes
que no se dejan
vencer,
porque piensan
del revés.

Y a veces,
sólo a veces,
oigo las voces
de los correctos:
-Anda, poeta,
diles a tus nubes
que llueva-.

Y del revés truenan
poemas
que nacer quisieran
nacer,
siempre al revés.

Y llueve.
No se sabe por qué.
Del revés.

sábado, 15 de mayo de 2010

Velo de sirena, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz

Cuando de nuevo muera,
no enterradme en la tierra.

Recoged mi cansado cuerpo,
mis pensamientos viejos
y lanzadme, despacio,
a las aguas de acequias,
mares o riachuelos.

Quiero morir pausadamente,
burbuja límpida de recuerdos;
a buceo de onda dormida
encontrar otra orilla,
quedarme tranquilamente,
ser vigía de mi espectro.

Faro cubierto,
o callada campana de iglesia,
barcaza hundida
y borrado nombre,
sin puerto.

Sirena ser ante la muerte,
de aguas quiero mi velo.

Alimento de nadie,
deshacerme en algas,
un sudario de verde intenso
y corrientes
que a libertad naveguen
hacia fuentes,
pantanos, glaciares,
lluvias de nieblas...

Muerte solamente.

El agua me abrirá
sus brazos de misterio;
sentiré que al fin vivo
mi muerte,
y me adormece un sentimiento
de regreso a un lecho
inundado de materia simple
y cieno,
sangre, turbio sudor
y besos.

Regresar al agua quiero;
beberme,
a sorbo de silencio,
aquellos suspiros nuevos
que no bauticen ideas,
documentos yertos,
papeles quemados
por sílabas de vientos.

No enterradme en la tierra.

Suplico,
a mis pobres herederos,
en las aguas ser
sirena muerta,
liberada de anclas y arados
que me apresen en tierra.

viernes, 7 de mayo de 2010

Clave para Penélope, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Pasea por los acantilados,
uno, y otro día,
recolectando plumas voladas
de aves renacidas,
besos que lanzaran ecos
en los horizontes
de una partida.

Es cálido el viento
en la búsqueda de alguien
que el corazón fecunde
en las noches de Singapur.

Penélope busca a su hombre,
y descubrir en sus labios
la clave única
del amor que identifica.

No descarta figura alguna
que a lo lejos
la soledad a sus ojos
revele humana.

-¡Ulises!-,
grita su corazón
de mujer enamorada-.
¡Amor de mi piel y lunas!
¡Por fin te liberaron mis noches
y mi dudas!

Sonríe la llegada del futuro esperado,
su respirar y las palabras pronunciadas
llevadas son
por las firmes azadas del viento.

-¡Ulises, mi amor!
¡Las olas escucharon
tus razones y mi voz!

El hombre se aproxima,
piedras son la arena,
incesantes en la vereda del deseo
por tocar su cuerpo.

-¡Ulises, mi amor!
¡Mi hombre regresó!

Ante él.
Junto a su hombre.
Penélope ya no rezará
a la diosa del consuelo
y las esencias.

Los dioses de los placeres
la recordaron
en su lista de desamores
y tardías esperas.

Observa su boca estropeada,
la piel de sus arrugas
y su pelo cano de hombre.
Plantado el camino del tiempo
le abre su mirada antigua.

-¡Hola, mujer!...- le expresa
en palabras nuevas.

Tiene rasgos de Ulises.
Debe ser él.

Esa mirada de contenidos vuelos,
su cuello túnel de pasión
a las yemas de sus dedos...

Su mente dice sí, tal vez.

El recuerdo elabora confusiones,
ensoñación en las orillas,
calas y espumas en sus pechos.

Alejados los adioses,
el hombre tiende sus manos:
-¿Aún me quieres?

Penélope retrocede.
Se aleja.

Ese náufrago
no es Ulises,
sino uno de tantos cosarios
que en las playas desiertas,
se distingan de gaviotas
y de los barcos sin nombre.

De ser su hombre,
su corazón expresaría como hálito
la respuesta para Penélope.

Y paseando por entre las olas,
una simple mujer
dibuja con su pie izquierdo
los labios de un amor sincero.

El agua lo borra una y otra vez,
dejando tan sólo la clave
que el mar reconoce
para la boca de Ulises:
“Aún te quiero”...

sábado, 1 de mayo de 2010

Uno de Mayo, Día del Trabajo. Fotografía de Rafael Cruz.


“La fuerza de trabajo es, pues, una mercancía que su propietario, el obrero asalariado, vende al capital. ¿Para qué la vende? Para vivir.
Ahora bien, la fuerza de trabajo en acción, el trabajo mismo, es la propia actividad vital del obrero, la manifestación misma de su vida. Y esta actividad vital tiene que venderla a otro para asegurarse los medios de vida necesarios. Es decir, que su actividad vital no es más que un medio para poder existir. Trabaja para vivir. El obrero ni siquiera considera el trabajo parte de su vida; para él es más bien un sacrificio de su vida. Es una mercancía que ha adjudicado a un tercero. Por eso el producto de su actividad no es tampoco el fin de esta actividad. Lo que el obrero produce para sí mismo no es la seda que teje ni el oro que extrae de la mina, ni el palacio que edifica. Lo que produce para sí mismo es el salario; y la seda, el oro y el palacio se reducen para él a una determinada cantidad de medios de vida, si acaso a una chaqueta de algodón, unas monedas de cobre y un cuarto en un sótano. Y para el obrero que teje, hila, taladra, tornea, construye, cava, machaca piedras, carga, etc., por espacio de doce horas al día, ¿son estas doce horas de tejer, hilar, taladrar, tornear, construir, cavar y machacar piedras la manifestación de su vida, su vida misma? Al contrario.
Para él, la vida comienza allí donde terminan estas actividades, en la mesa de su casa, en el banco de la taberna, en la cama. Las doce horas de trabajo no tienen para él sentido alguno en cuanto a tejer, hilar, taladrar, etc., sino solamente como medio para ganar el dinero que le permite sentarse a la mesa o en el banco de la taberna y meterse en la cama. Si el gusano de seda hilase para ganarse el sustento como oruga, sería el auténtico obrero asalariado. La fuerza de trabajo no ha sido siempre una mercancía. El trabajo no ha sido siempre trabajo asalariado, es decir, trabajo libre. El esclavo no vendía su fuerza de trabajo al esclavista, del mismo modo que el buey no vende su trabajo al labrador. El esclavo es vendido de una vez y para siempre, con su fuerza de trabajo, a su dueño. Es una mercancía que puede pasar de manos de un dueño a manos de otro. El es una mercancía, pero su fuerza de trabajo no es una mercancía suya. El siervo de la gleba sólo vende una parte de su fuerza de trabajo. No es él quien obtiene un salario del propietario del suelo; por el contrario, es éste, el propietario del suelo, quien percibe de él un tributo. El siervo de la gleba es un atributo del suelo y rinde frutos al dueño de éste.
En cambio, el obrero libre se vende él mismo, y, además, se vende en parte. Subasta 8, 10, 12, 15 horas de su vida, día tras día, entregándolas al mejor postor, al propietario de las materias primas, instrumentos de trabajo y medios de vida; es decir, al capitalista.
El obrero no pertenece a ningún propietario ni está adscrito al suelo, pero las 8, 10, 12, 15 horas de su vida cotidiana pertenecen a quien se las compra. El obrero, en cuanto quiera, puede dejar al capitalista a quien se ha alquilado, y el capitalista le despide cuando se le antoja, cuando ya no le saca provecho alguno o no le saca el provecho que había calculado. Pero el obrero, cuya única fuente de ingresos es la venta de su fuerza de trabajo, no puede desprenderse de toda la clase de los compradores, es decir, de la clase de los capitalistas, sin renunciar a su existencia. No pertenece a tal o cual capitalista, sino a la clase capitalista en conjunto, y es incumbencia suya encontrar quien le quiera, es decir, encontrar dentro de esta clase capitalista un comprador”.

“Trabajo asalariado y capital” (fragmento).
Karl Marx.

sábado, 24 de abril de 2010

Cadáver con abrigo blanco, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Por todas las lindes de la plaza
donde los bancos rebosan de invierno
y los perros olfatean orines
hay unas nubes plomadas de aceite,

quizás el respirar de olivos
concentrados en las miserias
baja todos los domingos
a eso de las doce según parece,

y de lejos se ve el banco cargado
de palabras de otros sentados antiguos
y las cáscaras de las dinamitas
languidecen las miradas de los presentes,

ella está sola sentada en su banco
le cae el cigarrillo como el ala de una estrella
y no me digan que nunca vieron eso,

ella está sentada en su banco
le cae su abrigo blanco como un cuerpo sin cuerpo
y no me digan que es el alma nadie ve eso,

las aves deshacen la madeja de las palmeras
y más allá la grúa de la obra eterna
pertenece ya al paisaje de nosotros,

ella está mantenida en humo
rozando las hojas envueltas de arena,

y así observando cómo la vida
es dolor y humo y manos perdidas
cada cual va a su oficio,

la ambulancia toma el abrigo blanco
y los agentes nos sancionan
porque en la plaza donde viven
los cadáveres con abrigo blanco
está prohibido llevar perro.

jueves, 15 de abril de 2010

Los héroes son seres tímidos, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Los héroes son seres tímidos
que no presumen de valientes
y posan de cualquier modo
sin pensar en retratos futuros,

a muchos de ellos con los nervios
les da por comer con la paciencia
de su patrón Job
y no creen en amuletos,

todos los héroes temen
mirar bandadas de palomas
y agachan la cabeza
pero luego miran al cielo
pidiendo a los gorriones
perdón por esto o aquello,

los héroes son vecinos
que nunca van a las reuniones
porque se les olvida
que aún hay balcones
donde esperar mariachis
y estos deben estar limpios
a pesar de las intenciones musicales,

viajan en segunda clase
para no ser descubiertos
y también porque el desempleo los deja
sin poder acudir a tiempo,

a ninguno se le nota
que hacen huelga de tedio y bondades
ni usan estrategias para salvarse
y bien es sabido que usan la inteligencia
en vez de los puños ciegos,

los héroes tienen un gran corazón
que se desmorona continuamente
en todas las urgencias anímicas
y ceden los asientos sin mirar
si hay o no derecho
a un transplante compatible,

pero todo cuanto hacen los héroes
pasa desapercibido
porque son seres tímidos por vocación
que no presumen de sus sueños limpios.

lunes, 5 de abril de 2010

Retrato a una muerta, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Me pidió la muerta en vida
el deseo de su retrato.

Murió de noche,
al descubrir su alma vacía,
y decirle él padeciendo
tanto suspiro
qué gorda, qué flaca,
tan grande, tan chica,
al servirle la muerta
la sopa de letras sentidas.

Los herederos de su tristeza
y cuatro casas hundidas,
miles de impedimentos objetaron
al color de mi tinta china
-y que a la muerta
la llevase en mi coche,
a riesgo de alimañas
y delincuentes
de transplantes
de orquídeas-.

Registré su hora de muerte
en un envoltorio de sacarina
tomando café en la salita.

Ningún vecino
acudió en mi ayuda
-acordaron nombrarla
sierva ejemplar,
dispuesta siempre
con su rosario de penas-.

La mujer sin alma llena
conmigo venía
como una amiga
de la escuela.

Yo le daba charla
negando su fallecimiento,
y al escucharme sola
en versos de loca,
la radio anunció
un buen día.

Sabiendo gustaba
contemplar las claras aguas
de los pantanos,
sobre láminas plateadas
y troncos de encinas
coloqué bien su cuerpo
y su alma vacía.

La miraba de perfil,
de frente;
retoqué su pose
para hacerla natural,
menos evidente
su cara de sorprendida
por venirle la muerte
al conocer su desdicha.

Durante los bocetos de su aspecto
el sol doraba su cuerpo,
huían de ella aves y reptiles
lanzando al agua ondas
de indeseados recuerdos.

Sus labios sonrosados
de muerta viva,
su cabello de maniquí marchita,
todo cuanto fuere
en papel de póstumo regalo
por su muerte querida,
la convirtió
en la que yo conocía
antes de bordar
su dote de mentiras.

Caducó su condena
de veinte mil desamores
con el mismo hombre
y un día.

Finalicé el retrato
en sus ojos.
Y en ellos supe
que había muerto.

Su sonrisa era de viva,
cruzaba sus manos
sobre las rodillas;
se untaba bronceador,
colocaba la toalla de piscina,
abrió una nevera portátil
con refrescos
y chocolates de Suiza.

No se estaba quieta.

Sólo su alma vacía,
tan cerrada en vuelos
que ni siquiera posar quiso
para la firma.

Pero en sus ojos
vi el rastro
del lamento
que no quería.


Decidí ese día
que en mi coche
no viajarán más muertas,
tan sólo aquéllas
que proclamen
tener los ojos vencidos
y pongan de su parte
por el bien
de los sentidos.

-Retratar muertas
es muy laborioso,
nadie reconoce el esfuerzo
de esta vocación mía
cuando resucitan-.


domingo, 4 de abril de 2010

Desmedidas, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Querida hija
la vida no es un invento
ni una manzana que golpea
una bombilla incandescente
ingeniería técnica
o genética,

la vida nos aprieta
es calzado ajustado
camisa de fuerza
corbata que ahoga
desierto sin oasis
barco sin velas
luceros que se alejan,

los días aparecen
de sorpresa en sorpresa
y sin amor somos piedra
o arena pisada
perros salvajes
o algodón renegrido
a tientas.

La vida es un recuerdo
que aún no ha nacido
ni quiere nacer
por sí mismo
y se enfrenta
con nosotros
jugando con los tiempos
nuevos o perdidos,

la vida es fuerza
molde de ilusión
persona fugaz
espacio para ella,
y a veces se desaloja
por derribo
ante la advertencia
de elegir muerto o vivo
y hacemos lo sentido.

En las hojas caídas
se aprende de la vida,
es de humanos comprobar
adónde se van
los esfuerzos de ventiscas
el curso de los ríos vacíos,
nunca se atina
o se desacierta,
la vida no tiene color
y no precisa retoques,
solamente empuje
intuida señal de veleta,
pasión o dolor que expresa
alguna ventaja puntual
que ha de tener
ser nada excepcional
y una vez se muera.

Parecerá mentira
la verdad,
ésta quimera
pero no importa,
somos cometas sueltas,
nubes de estaciones,
guerreras intrépidas
o soldados rebeldes
desnudas de ideas,

en sus magias desmedidas
la vida es misterio
pensamiento y acción,
opciones de ternuras
y a veces nada más
que instantes secretos
de las alas benditas,

sirva este adelanto
mientras ves
mi soliloquio de fantasmas,
que los poetas somos
rompecabezas o sombras,
alguien que perdiera la razón
la cinta métrica
y se empeñe en pesar el mar
valorar la frialdad
de los polos opuestos,
diseñamos amores
en vez de obligarnos a ser
vuelos sedientos
sin horizontes,

y así dormimos a solas,
cálidamente solos,
al amparo del cartón completado
a desmedidas sílabas
con puntos y final
casi siempre momentáneos.

martes, 23 de marzo de 2010

Duerme el tiempo, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz



Duerme tranquilo el tiempo
bajo la cama.

Desde el tragaluz
del amanecer
lo observo blanco,
rojo, verde,
dormir sin almohada.

Sueña intranquilo el tiempo
que vuela instante,
segundo,
días enteros,
abrazado a mi terraza
disfrazado de planta.

Despierta descansado el tiempo,
jugando a tres bandos
ser mío,
tuyo,
de nadie,
nada.

Y de palabras que fueron
reluce miradas el tiempo,
risas, calmas,
volviéndose a dormir
sin almohada.

domingo, 14 de marzo de 2010

Óleo en blanco, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz

En un metro cuadrado
se representa la vida última,

la cal vertida y blanca,

los desperfectos de los recuerdos,

un gato asoma con su sombra
imprevisto en el presente,

una mariposa vuela
sigilosa y ausente,

el gato sigue pausado,

la salamandra queda ciega
dibujando el nervioso cuerpo,
suenan los autos,
pasa la gente,

en un metro cuadrado
una piensa el óleo pintado,

todo es blanco,
sólo con matices
a veces se interrumpe,

y desaparece el futuro
o tal vez se detiene.

lunes, 8 de marzo de 2010

Cuentos ocultos, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz

En muchos de los cuentos clásicos del mundo que los niños y niñas de todas las culturas leen o escuchan, en las moralejas del FIN aparecen princesas ya consolidadas, a veces con infancias pobres, que han alcanzado su plenitud en la vida casándose con príncipes que ven en ellas las virtudes de buenas esposas, segundas madres o simplemente por amor, mujeres preferiblemente tontas aunque bellas.
Éste, es uno de los cuentos tradicionalmente ocultos del mundo.

A Mujer, nacer le pareció sencillo porque no lo recuerda, aunque sí lo que ésta, digamos, “inconveniencia”, supuso a lo largo de su vida, ya que disponía, según los moralistas de la Historia, con una manzana que hacía dudar de su comportamiento, inteligencia y honradez.
Mujer nació en Uganda, Australia, México, España o Pekín, porque en este mundo, para algunas injusticias, todos los mundos parecen estar de acuerdo, diferenciando, tan sólo, sus matices.
En la sociedad donde Mujer vivía, sólo importaba quién era ella como género, y éste era el de mujer, también asimilado como hembra, es decir, “animal de sexo femenino, o tornillo, corchetes, llaves y objetos semejantes que tienen hueco o agujero por donde otra se introduce o encaja”, según los estudiosos del lenguaje de aquella sociedad tan orgullosa en progreso y respeto, donde Mujer aprendía a estar en su sitio vistiendo muñecas y domesticando su espíritu, imitando lo que su madre realizara y sabiendo lo prohibido a ella de cuanto su padre o hermanos varones hicieran, ya fuese en el hogar como ante los demás.
A diferencia de sus hermanos varones, la fiesta del nacimiento de Mujer fue más humilde; al fin y al cabo, nacer como ella se atrevió a nacer, casi era una desgracia, porque le atravesaron las orejas para colocarle dos zarcillos que le causaban fuertes dolores de oídos y mucho llanto, pero estaba tan linda con ellos..., y esos dos lazos rosas que le presionaban la cabeza... Pero se la veía tan hermosa, como un bello florero diferenciada de sus hermanos varones..., que no importaba.
Mujer nunca fue a la escuela, pues en una sociedad injusta resulta no conveniente que a un ser inferior se le den oportunidades en lo referente a libros, no vaya a ocurrir que se les suban los aires con la cultura, anunciaban los sabios de los cuentos ocultos, y, como en algunas sociedades la cultura alcanza el cenit de materia de lujo, no era cosa de ofrecerla a una mujer, pues, más que peligroso, puede ser, digamos, que cosa desperdiciada, y casi revolucionaria para gobiernos que se enorgullezcan de sus tradiciones más inamovibles. Sí fue Mujer a trabajar desde niña, y sudaba mucho bajo el sol, entre la tierra seca o el frío calador; pero, al recibir su salario, éste era inferior al del niño obrero. Mujer quería hacer cálculos para evaluar la razón, pero no le salían porque, como ya se sabe, nunca fue a la escuela. Cuando regresaba del campo, debía ayudar a su madre en los quehaceres propios de su género, como ordenaban los buenos modos de esa sociedad tan estable y pacífica. Sus hermanos varones podían descansar, jugar o cuanto quisieran hacer, porque así estaba establecido y de ese modo adelantaban su futuro en las diferencias que a uno le beneficien.
De más mayor, apenas nueve años, a Mujer la tumbaron sobre el suelo, la cara tapada, la amarraron por las piernas abiertas, los brazos bien sujetos; una anciana se acercó a ella con una cuchilla de afeitar y, como ya era mujer a los ojos de los hombres, le sesgó el clítoris de un tajo, le cosió la vagina y entre la sangre le dijo que era una niña privilegiada; aquello le causó dolor, desesperación y ecos de gritos que jamás olvidaría, apenas si podía orinar, pero los demás le decían que, al convertirse en esposa de hombre, la cosa cambiaría.
Cuando supo quién era el hombre de su destino, tenía pocos años más, y varios aros en su cuello, uno a uno colocado en el tiempo, tan preciosos que le parecían escasos para resultar atractiva, honrada, intachable y sumisa ante la sociedad. Convertida en mujer jirafa... ¿puede haber algo tan bello que ser comparada con un animal salvaje? Mujer jirafa con aros alargando las cervicales que unen el oxígeno con el cerebro, pendiente de la fidelidad o no hacia un ser superior que puede retirarlos a capricho y Mujer acaba muriendo... Pero, por suerte, sólo le perjudicaba el cuello, pues, en otras sociedades, el matiz era no hacer crecer los pies de las niñas, para resultar más atractivas a los hombres, y los pies, vetados para el crecimiento, se rebelan con dolor al freno impuesto, pero la meta vale la pena, según niveles de belleza de culturas avanzadas: el hombre se siente más hombre con el dolor de una mujer en una sociedad donde al macho hay que darle el gusto a toda costa, pues, en otros remotos lugares llamados Occidente y/o Democracia, Mujer podría entregarse a los quirófanos, agujas, anestesias y cicatrices invisibles a pagar a plazos para reducirse, aumentar, transformar, nivelar o enderezarse cualquier miembro de su cuerpo para ser más mujer, porque, en esa cultura donde los sabios de los cuentos ocultos razonan con la balanza de la economía y la moda, ser mujer se relaciona en la proporción del placer estético ofrecido al macho.
Mujer se unió con el hombre elegido por su padre, a cambio de dos camellos, o cuatro vacas, un baúl de colchas bordadas, un puñado de arroz, una cuenta bancaria, un terreno fértil, una deuda pendiente o cualquier sinónimo de moneda, para paliar a su familia la desgracia de nacer en su hogar una mujer, con lo que cuesta mantener eso con dignidad sin agachar la cabeza. Esperanzada a que la dote no fallase, nada quedara suelto e incompleto, y no correr el riesgo de ser quemada por algún familiar del esposo marcándola por el resto de sus días, mujer de cera encendida buscando rincones para el refugio del espanto, para que todos supieran que les han engañado con una mujer, sin nada más que ella misma. Debió demostrar que nunca hombre la había tocado, cosa que resultó sencilla porque aún estaba cosida, y si no lo hubiese estado antes de la ceremonia, un pañuelo manchado de su sangre honrada tendría que provocar el aplauso de los invitados; de no ser así, podría ser rechazada, apaleada o insultada y todos los componentes de esa sociedad tan noble compadecerían al novio, comprendiendo la injusticia de la maldad femenina advertida por todas las religiones. En cuanto al hombre, éste esperaría el resultado con sus amigos, y ellos, con bromas incrementadas con alcohol, hierbas o cantos, dirían al novio que ya podría ir despidiéndose de sus juergas anteriores ocultas a Mujer.
Ya propiedad del hombre, un burka ocultaba la belleza y realidad de Mujer, su género, su existencia, reservada sólo para el hogar, el placer y el capricho del esposo y los quehaceres propios asignados por la osadía de nacer mujer. También ocultaba el resultado de los malos tratos de su dueño, denominado así mismo “poner rectas a las mujeres”, según aceptación tradicional de aquella sociedad tan justa. Alguna vez se rebeló Mujer ante los golpes, los insultos y la obligación de copular con un salvaje, también llamado hacer el amor, pero muchos le dijeron que repasara su conciencia, porque algo en ella no funcionaría bien, y si se lo decía a más personas de la sociedad, los golpes aumentarían, y el esposo podría dejarle sin sus hijos y lanzarla así a la mendicidad. Mujer, ante el panorama ofertado solidariamente, decidió no ser mendiga, y consideró que mártir era mejor aceptado por las gentes de su entorno, sus tradiciones y las autoridades más sabias de los cuentos ocultos.
Un día, serían las once horas de una hoja de calendario que no importa, porque la vida de Mujer no tenía agenda sino para procrear y mirarse sobre los espejos del suelo mientras barría, cocinaba, trabajaba en tareas del campo eventualmente, cuidaba criaturas, ancianos o encendía la lumbre, un día Mujer fue violada por un hombre, porque, al caminar, el sonido de sus pies con el roce de sus zapatos, provocó en él un fuerte instinto natural que se producía en ellos si las hembras se extralimitaban, entiéndase provocaban, con ese delito de ser visible ante el macho, también denominado en los estudios lingüísticos como “animal del sexo masculino, mulo, pieza que entra dentro de otra, necio”, pero aquello era normal, pensaban todos al respecto, normal que fuese violada ante más personas, con ese atrevimiento suyo siendo simplemente una mujer, pero ella alegó que ese hombre era una bestia y entró en su cuerpo como cerdo sarnoso buscando trufas, y testigos tenía de ello, pero no cuatro hombres, lo estipulado por la justicia ordenada por los hombres rectos de los cuentos ocultos, sino tres hombres, el resto de testigos eran mujeres, “bah, mujeres”, comentaban todos; y es que la palabra de un hombre dónde va a parar con la de una mujer antes las cosas importantes, aseveraban convencidos de la diferencia. De modo que, por ser infiel a un hombre al ser violada Mujer, acordó la Ley, en su junta de hombres sabios, quitarle el burka. Qué justicia tan extraña, pensaban las niñas aprendiendo la lección social, “matarla por quedarse embarazada, si con ese hijo ya eran once”. El hombre fue absuelto y compadecido, aunque oró mucho por su alma, deseándole a Mujer el cielo y el perdón divino porque era un hombre muy creyente.
A Mujer, en la cárcel de mujeres le permitieron quitarse esa máscara de trapo y red, y después de un plazo razonable para parir sobre el suelo de su celda, amamantar al varón nacido y muchos rezos de esa sociedad tan intacta en buenas costumbres, con gran dolor de corazón a Mujer le colocaron una túnica blanca antes de ser apedreada públicamente por rectos hombres según indicaron hasta morir desangrada. Muchos de los hombres que presenciaban el acto público aleccionador para mujeres, pensaron que aquello... que aquello era un crimen, pero se callaban el pensamiento, y para no parecer menos hombres que los estaban de acuerdo con la ley y la sabiduría de su sociedad, tiraban piedras y más piedras sin sentido al cuerpo de Mujer, piedras que los niños recogían salpicadas de sangre, para hacer castillos y casas donde ninguna princesa podría asomarse a contemplar el paisaje, trabajar, aprender o relacionarse sin el consentimiento del rey del palacio, el hermano de una mujer, el príncipe de la casa, el esposo, el padre, abuelo, hijo, el jefe del trabajo, el gobernante, el... el hombre, en definitiva, que nos haya de autorizar el ser libres en igualdad de derechos sin la presunción de culpabilidad.
Y es que los cuentos ocultos del mundo, los que nunca se leen o transmiten porque pocos se encargan de la fidelidad debida hacia el guión real, jamás acaban colocándoles una venda como FIN para hacerlos desaparecer, sino contándolos; para que nadie, absolutamente nadie, los olvide.


8 DE MARZO, DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER TRABAJADORA.

domingo, 28 de febrero de 2010

En recuerdo y apoyo al hermano pueblo de Chile, poema de Pablo Neruda y fotografía de Rafael Cruz

"Siento tu ternura allegarse a mi tierra". PABLO NERUDA.

Siento tu ternura allegarse a mi tierra,
mirada de mis ojos, huir,
la veo interrumpirse para seguirme hasta la hora
de mi silencio absorto y de mi afán de ti.
Hela aquí tu ternura de ojos dulces que esperan.
Hela aquí, boca tuya, palabra nunca dicha.
Siento que se me suben los musgos de tu pena
y me crecen a tientas en el alma infinita.

Era esto el abandono, y lo sabías,
era la guerra oscura del corazón y todos,
era la queja rota de angustias conmovidas,
y la ebriedad, y el deseo, y el dejarse ir,
y era eso mi vida,
era eso que el agua de tus ojos llevaba,
era eso que en el hueco de tus manos cabía.

Ah, mariposa mía y arrullo de paloma,
ah vaso, ah estero, ah compañera mía!
Te llegó mi reclamo, dímelo, te llegaba,
en las abiertas noches de estrellas frías
ahora, en el otoño, en el baile amarillo
de los vientos hambrientos y las hojas caídas!

Dímelo, te llegaba
aullando o cómo o sollozando
en la hora de la sangre fermentada
cuando la tierra crece y se cimbra latiendo
bajo el sol que la raya con sus colas de ámbar?

Dímelo, me sentiste
trepar hasta tu forma por todos los silencios,
y todas las palabras?

Yo me sentí crecer. Nunca supe hacia dónde.
Es más allá de ti. Lo comprendes, hermana?
Es que se aleja el fruto cuando llegan mis manos
y ruedan las estrellas antes de mi mirada.

Siento que soy la aguja de una infinita flecha,
y va a clavarse lejos, no va a clavarse nunca,
tren de dolores húmedos en fuga hacia lo eterno,
goteando en cada tierra sollozos y preguntas.

Pero hela aquí, tu forma familiar, lo que es mío,
lo tuyo, lo que es mío, lo que es tuyo y me inunda,
hela aquí que me llena los miembros de abandono,
hela aquí, tu ternura,
amarrándose a las mismas raíces,
madurando en la misma caravana de frutas,
y saliendo de tu alma rota bajo mis dedos
como el licor del vino del centro de la uva.

domingo, 21 de febrero de 2010