Hay días en que olvido
mi propio ánimo sin verso
y en la sombra del invierno
pensando en Mucio regresan
las nubes que jamás preguntan
cuánto pesan los días por dentro,
dejo entre los dedos yertos
la convicción de las leyendas antiguas
donde uno es siempre uno
al margen de los vientos
y los nombramientos,
así voy de leyenda a historia
sin que me alteren los olvidos
o las nostalgias a los ruines
y sus coletillas adversas
con sus boletos de chinches,
porque pienso en Mucio
cada vez que quiero versos,
miro los retratos presentes,
de los que son incapaces
pues jamás lo fueron
de prestar su alma y menos aun venderla
a quien esclavo o libre pretendan,
y viene con ellos Mucio
dejando su brazo sobre la hoguera
por una lealtad a sí mismos
y un amor extraño pero amor
que por serlo ve sus rostros
en las paredes con sospecha roja,
y en la sombra del invierno,
sin más preámbulos que un sueño,
encuentro a Mucio el zurdo
podando sus nubes con fuego.
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