domingo, 27 de noviembre de 2011

En la desnudez de los árboles cayendo como una hoja, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


Ayer tuve un gran dolor
un dolor que no es herida
que el cuerpo se resista
y su fuerza los pies te duerman
un dolor sin lágrimas
un dolor corrupto y desamparado
un búho gritando al día
un dolor aposentado
que sin embargo
en azoteas burlando salidas
roía los recovecos turbios
de los muertos cementados
sentí cómo mi alma
era un avión agotado
cruzando el cielo estampado
en la misma línea
de un pájaro sin alas
un dolor pesado y blanco
que regresaba moribundo
desde todos mis tiempos
hasta el recuento de mis llantos
un dolor que me identificaba
en la desnudez de los árboles
cayendo como una hoja
y decía Ahí está es mujer
un dolor con urgencia
un dolor de filo y despiadado
carnívoro de versos amados
un dolor que anunciaba libertad
atada a sus punzadas
obligándome su adivinanza
un dolor de fuego quieto
un dolor quemando espinas
y profundidades de mis recuerdos
y bien entrada la noche
conforme el dolor se desarmaba
vi las letras que formaban
sus causas en cenizas
y las fue creando limpias
por las calles y las plazas
en los vasos de mi cuerpo
y en las suelas de los campos
con tu nombre ya sin vida
el dolor de haberte olvidado. 

domingo, 20 de noviembre de 2011

En la imagen de ser sombra, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


Ayer apareció mi sombra
al fin había regresado
le dije dónde andabas
en los mares en las aguas blancas
en las puertas en las ventanas
en las calles en las plazas
en los árboles en las plantas
en los cielos en las nubes
en los tejados en las casas
mi sombra no respondía
a ninguna de mis palabras

dime qué tienes tan callada
una pena una lágrima
un silencio un olvido
un motivo un vacío
un futuro un recuerdo
un dolor un alivio
mi sombra no respondía
a ninguno de mis sentidos
y al verla pasear conmigo
la noche de la lluvia
le dio mi aspecto y mi estatura
y los pensamientos
que más se guardan
el olor de enero a octubre
los días que se fueron
la acera blanca que paseé llorando
en las horas dormidas de noviembre
y el único beso que retengo

se arrimó al fuego temblorosa
no tienes frío ya eres sombra
pero yo la ignoraba en su asiento
las sombras no desobedecen
el humo de encina y olivo
abría una lánguida llovizna
en las rutas de las lunas
cuando salí a pasear
con rumbo a las avenidas
sin paraguas sin botas
sin lentes sin ojos
sin papel sin tinta
sin voz sin letras
sin amor sin miedo


                             las calles solitarias y mojadas
eran espejos tenues de farolas
que iluminaban pasos barandas plásticos
me fascinó el mundo de la lluvia
en la imagen de ser sombra
y desde entonces comprendo
que no hay libertad sin comienzo
y camino con cuerpo o soy sombra
cuando llegamos a un acuerdo.