domingo, 27 de mayo de 2012

Estrellas sin documento, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro


Me entrego a tu ser
convertida en vuelo,
mis brazos nuevos
a tu disposición de amor.

Tu aliento los mueve,
planean sobre tu piel
al compás de tus deseos.


El horizonte de ti quiero,
mares donde navego
tu vello,
esas hojas de tus dedos
las copas de mi reflejo,
la meseta de tu pecho
mi cima del despego.

Me entrego a tu ser
quebrando mis lazos
de cualquier tiempo,
los días nacidos o muertos,
a la vida de tu seno
permanezco
por razón de ser
por serlo.

Mujer amada,
mi hombre
es mi lecho.

Los ríos son lentos,
bebidos a sorbos
en instantes ligeros.

Parado el mundo
por momentos.


Adentrándonos
en las razones
de nuestros cuerpos.

Qué opción la nuestra
sino recuperar la piel,
latidos y verbos
maltrechos.

Me entrego a tu ser
como gaviota en puerto;
la mar de ayer a lo lejos,
y olas son los vientos
remando en los sueños.

Estos destellos sin destino,
la luna asomando miedos,
y te observo pausadamente,
sin tú saberlo.

Al fondo sombras de encinas,
luz tenue en los campos,
surge en nuestro tiempo
el sentido verdadero
de lo correcto.

Presiento caminar los segundos,
revivo tus peores recuerdos,
y en versos
que jamás nadie te escribiera
los reconstruyo
para desaparecerlos.

A letra de suspiros
de estrella
en tus labios los escribo
a los míos presos.

Me entrego a tu ser
sabiéndote sueños en vuelo;
amarnos en aguas y desiertos
nuestro presente más cierto.

Aceptando este léxico,
poseer la práctica del deseo,
sin más documento de estrellas
que cuanto en huellas propias
en nosotros aseguremos. 

viernes, 18 de mayo de 2012

Lienzos de piedras, poema de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz



La anciana duerme tendida
sobre el equipaje que es sábana
derrotada está la estancia
y a colores pálidos las paredes
por los suelos derramados
me vienen recuerdos de guerra
sin haberla jamás vivido
la alcoba es sótano de llanto
de palabras que no sirvieron
las horas quemados lirios
en los rastrojos de tormentas
ella es una niña ya cansada
de imaginar ser la anciana
la despierto con el miedo
de que ya no viva
y que la guerra haya sido cierta
dejándonos sobrevividas
con todos nuestros limbos
sin las hortensias crecidas
pero me mira y sonríe
aunque yo no sea su hermana
por quien llora un rato en las auroras
sus ojos embolsados
de silencios y desesperanzas
abren la dignidad a la vida
y pronuncio su nombre
buscado como si fuese un niño
que en la noche no regresa
y si ya almorzó y no recuerda
la pena se me agarra
como un relámpago sin yemas
sin duda alguna evidencia
que por aquí pasó la guerra
sin que nadie escuchara bombas
sin que alguien sufriera heridas
sin documentos de vivir muerta
mas que la anciana que ahora
atiende a sus zapatos nuevos
y a las muñecas los muestra
-pasearemos una tarde de estas-
protegidas en el paraje
por sueños y por olvidos
de todos sus lienzos de piedras.