Puede que piense al revés,
que cada paso al revés
me lleve a versos,
que al revés actúe
por los caminos derechos
socialmente indicados
a deber,
y que al revés responda
cada vez que del revés
pienso
cómo actuar bien.
Que me levante
con el pie izquierdo
tras las noches
de sueños del revés,
me mire
un mal de ojo
que observo ciego,
crezcan los enanos
que sembré al revés
y que el revés sea
quien yo me siento ser.
Al revés escribo
en papel adverso.
Del revés confío
en las sílabas
que leo del revés,
al revés naciera poeta
y al revés creciera
en un mundo
que al revés entiendo
mejor que del derecho
consiga entender.
Del revés amo
a quien no debiera,
adecuadamente
soy amada
y se tornan del revés
las esperanzas
que no comprendo
sino del revés.
Son del revés
mis proyectos
más aconsejables,
y cuanto del revés creo
en templos al revés,
rezo del revés
oraciones
por sortilegios.
La arena llega
a los barcos,
y nadan estrellas
al cielo mirando
un gentío
que intenta del revés
llenar vacíos
pensados al revés.
Es el trece primero de mes,
y martes día de descanso,
me embarco y del revés
naufrago
con una bandera de letras
que del revés cosida
en domingo elaboré.
Un revés y otro
recibe mis ilusiones,
y del revés de la tierra
me abrazan raíces
hacia nubes
que no se dejan
vencer,
porque piensan
del revés.
Y a veces,
sólo a veces,
oigo las voces
de los correctos:
-Anda, poeta,
diles a tus nubes
que llueva-.
Y del revés truenan
poemas
que nacer quisieran
nacer,
siempre al revés.
Y llueve.
No se sabe por qué.
Del revés.
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