domingo, 6 de junio de 2010

A verso y agua, fotografía de Rafael Cruz y poema de Marta Antonia Sampedro




Un corazón me llamó
para delinquir.

Llevaba tiempo
planificando un crimen,
un grave error
para salvar su condena
de desamor y cuentas.
Aún andaba yo
limpia de expedientes
carcelarios,
y al decir te quiero
pasamos a la acción.

Usamos pasamontañas,
linternas con rayo de luna,
del Guadalén agua a presión,
y por bombas de manos
las estrellas del Rumblar
(qué protección nacer en él.
Con el tiempo lo he sabido,
que Baños de la Encina es
mi paraíso más preciso).

Fue una ilusión,
y tan cercano sueño
que jamás viví tanta vida,
ni de ésta diferenciaba
los latidos pensados de amor,
y del deseo la alquimia
que todo poeta inventa.

Mas su sombra deambulaba
ilegalmente sin su persona
(de toda cárcel tenía licencia
y falsa documentación).

Testigo fui de mi delito,
mientras él negociaba
ser libre provisionalmente,
a espaldas de mis sentidos.

La fianza era yo.

Me adjudicó su celda
limpia de promesas,
y sus rejas lamentaron
su destreza en delinquir
sin reservas.

Y tenía
mi compañera luna
enfrente,
vecina de puertas,
y atrás un sol gélido
devorando mis ideas.

Esa estrella nueva
que no anunciaba amor,
ni restaba segundos
a mi espera,
tras él se marchó,
dejándome a oscuras
con mi dolor,
a verso y agua.

Llevaba tiempo
planificando un crimen.
Atrapar poetas.

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