domingo, 11 de octubre de 2009

Mientras Copérnico trazaba líneas, de Marta Antonia Sampedro y fotografía de Rafael Cruz


Fue extraño mientras duraron los días,
que su beso raptara tus miedos
que tu silencio desvaneció sus gritos,
quitarse de en medio del caos humano
fue extraño mientras Copérnico trazaba líneas,
e ignorando eso del mundo en movimiento
quedó el resumen de un espacio
y un brasero para el crudo invierno,
que nada se detenga y se concrete
exhaustivamente la vida a secas
fue sencillo mientras las albas bendecían
que dos se amen hasta las uñas,
luego cogiste tu aligerada mochila
de sueños concretos con su fuerza
y ella quedó en el lugar testigo
del milagro en las tinieblas del beso
esperando marzo por esperarlo.
Y partiste tan calmado
y llegaste tan distinto soldado
con tu uniforme de piel amada
y tu olor de jazmín de enero
a las tierras frías del miedo,
que todos se preocuparon por tu vida
y en las urgencias de los cambios
diagnosticaron enfermedad de algo raro,
el mal de las paces repentinas,
analizaron tus palabras nuevas
inspeccionaban tus imparables sonrisas,
más sano parecías en tu regreso de heridas,
hasta que hallaron un motivo
la causa de tu alegría ofensiva,
evaluaron bacterias nuevas para sanar tu risa,
descartando que era amor la causa
de tu reencarnación imprevista
y las alarmas padecieron ansiedad y prisa.
Y ahora mueres con el beneplácito
de la costumbre antigua y clásica
atrincherado en paredes que son tristes
como antes de los extraños días,
soñando que entre las armas y la muerte
aparece alguna vez a recordarte
un despertar de caricias tibias,
aun sabiendo que a millones de sílabas
y de tanques y de locuras explosivas
muere sin tus abrazos una hoja de oliva
en campos que ya no existen
porque el sembrado fue a escondidas,
mientras sube las persianas
y entran los suspiros de las golondrinas
y Copérnico tenía razón
hasta en sus líneas más torcidas.

De la obra de la autora, "Cuaderno de una poeta obrera”.

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