Todos somos ilegales,
tú el primero, mírate,
ponemos atención
al final del documento,
vemos un garabato
y quedamos tan contentos
pero todos somos ilegales,
cuando asaltamos a otros
con pasquines de ilusiones,
cada vez que amamos
y nos destierran de los suspiros
y debemos de callarnos,
al abrir o cerrar la puerta diciendo
esta no es mi casa,
sino de un señor ricacho
que preside las acciones del banco,
todos somos ilegales
aunque no queramos nombrarlo,
el pan que sudamos es más
que aquel que servimos en privado
y el patrón nos bendice
lo que se queda siendo nuestro
que es también ilegal
el derecho al silencio,
todos somos ilegales,
a qué viene tanto discurso
negando horizontes
como dueños de la tierra y cielo,
todos somos ilegales,
desde el alba hasta el ocaso
buscamos nuestros papeles
desde el útero al cementerio,
por donde vayamos
el pecho nos pide oxígeno,
agua nuestra garganta,
porque somos ilegales
y sabemos que si nos registran
solamente tenemos cuerpo
temporalmente en trámites.
De la obra de la autora, "Reverso calamitas”.
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