A ti vengo, lugar de antaño,
donde no cantaba nadie
antes de tus ojos tristes
en los mediodías de los sábados.
Soñé en tus ardientes rocas salpicadas,
imaginé lobos de cartón y sombras
mientras tú decías escucharlos.
Qué sencilla vida las nubes pasar
sobre dos rostros más que solos.
Es tan difícil localizar
la farsa o la verdad de la emoción
que nos rescata de una pared
bendiciendo la soledad fatal.
Nadie en el mundo sabe
qué brisa repasa un recuerdo,
vagó el pensamiento amarrado
a tu voz verde campo y almendros.
Caminé seguramente tan cercana
de la risa más primaria
de tus manos más cálidas
acariciando el aire travieso.
Es mediodía de un sábado,
gotas del desierto a tu puerta llamaron
y tú abriste la sierra y las candelas azules.
Y descanse en paz el ayer,
que esta muerte tuya y mía
la lloraron en noches de viento y papel
los relámpagos de un buen mayo.
donde no cantaba nadie
antes de tus ojos tristes
en los mediodías de los sábados.
Soñé en tus ardientes rocas salpicadas,
imaginé lobos de cartón y sombras
mientras tú decías escucharlos.
Qué sencilla vida las nubes pasar
sobre dos rostros más que solos.
Es tan difícil localizar
la farsa o la verdad de la emoción
que nos rescata de una pared
bendiciendo la soledad fatal.
Nadie en el mundo sabe
qué brisa repasa un recuerdo,
vagó el pensamiento amarrado
a tu voz verde campo y almendros.
Caminé seguramente tan cercana
de la risa más primaria
de tus manos más cálidas
acariciando el aire travieso.
Es mediodía de un sábado,
gotas del desierto a tu puerta llamaron
y tú abriste la sierra y las candelas azules.
Y descanse en paz el ayer,
que esta muerte tuya y mía
la lloraron en noches de viento y papel
los relámpagos de un buen mayo.
Poema de la autora, inspirado en la fotografía de Rafael Cruz,
titulada "Sábado a mediodía".
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